martes, 11 de enero de 2022

Otros colores para nosotras

¿Por qué una antología de mujeres que hablen de experiencias de mujeres?

Bárbara Alí, Roxana Molinelli - 11-02-2019



(Prólogo de Otros Colores para Nosotras. Poesía Contemporánea de Mujeres Argentinas (Ed. Continente 2018) publicado por el blog Eterna Cadencia  https://www.eternacadencia.com.ar/blog/ficcion/item/por-que-una-antologia-de-mujeres-que-hablen-de-experiencias-de-mujeres-2.html)


¿Por qué una antología de mujeres que hablen de experiencias de mujeres?

Por Bárbara Alí y Roxana Molinelli.

 

¿Por qué una antología de mujeres que hablen de experiencias de mujeres? Porque los vientos corren fuertes y con ellos su posibilidad de subversión, de sanación, de destrucción de viejos y pesados paradigmas y de construcción de otros modos de ser posibles.

Porque creemos en la palabra y su carácter performático, su potencia de conjuro, de exorcismo, de sostén y de invención.

Porque quisimos abrir un espacio donde circulen una multiplicidad de voces que, silenciadas durante muchísimo tiempo, cada vez se escuchan más. Porque es interesante percibir cómo entran en diálogo, cómo cada una desde su singularidad traza líneas que se entraman con otras y juntas construyen un tejido colorido y fuerte, bello y afortunadamente imperfecto, abierto a nuevas voces que quieran hacer trama con otras. 13 (trece poetas) reunidas para el conjuro. Conjuro (definición de la rae): 1. m. Acción y efecto de conjurar (decir exorcismos). 2. m. Fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea. 13, en toda su conjugación de vida y muerte, número de reinvenciones, de renacimientos. Hay en el decir poético un acto de creación y comunión (una comunión que pone en común las diferencias) para exorcizar lo que busca atacar y debilitar nuestras potencias. Hay también reflexión, reposicionamientos y un pensar que adviene desde otro lugar (desde lo rítmico y musical como lo propio de la poesía).

En cada conjuro hay puntos que se enlazan, que se encuentran, que coinciden parcialmente con otros. Algunos de éstos son, por ejemplo, la voluntad de armar una genealogía de mujeres en relación a sus afectaciones compartidas: abuelas, madres y las hijas que hablan, que escriben para retornar, curar y volver como en este poema de Flor Codagnone: «Regresa a la beba que fue / a la niña, a la joven, / vuelve a la madre, a la abuela / a las generaciones de mujeres / que la parieron y que lleva en sí, / se descamina la mujer, / se retorna». Las des-fijaciones de lo dado aparecen invocando lo más cristalizado, antiguo y singular, a la vez: «Una casa no siempre es una casa; / puede ser la excusa para una renuncia. / Tal vez así fue para vos, mamá. / Un ejercicio solitario en medio de la espesura» dice Valeria Cervero. La poesía se vuelve así espacio de deconstrucción y testimonio. O inquietud que se vuelve en la voz y configura un yo lírico que cuestiona sus locaciones y se define: «A mí no me cuesta adaptarme. / Me cuesta permanecer» (Paula Giglio).

Conjurar la genealogía de mujeres para recrearse y construir nuevos lazos familiares, nuevas maternidades menos exigentes y más humanizadas, con un viaje que es otra vez hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, como en este poema de Jimena Arnolfi: «No debería enojarme con mi bebé, / dice el artículo de pediatría, / soy el único mundo amable y amoroso. / Retengo hacia adentro todo este miedo. / Qué presión ser el único mundo amable y amoroso». O como en este otro de Luciana Reif, que barre con el lastre de la mujer inmaculada: «Pienso en su cuerpo joven, / en lo bello de una madre / antes de ser madre, / cuando solo es mujer.».

El cuerpo y sus deseos, sus búsquedas expuestas al compartir poético «ser lesbiana no es saber / Armar un clima íntimo / La intimidad es una cerveza que ha pasado / Demasiadas horas en el frízer y ahora explotó» (Micaela Szyniak).

Y en ese decir llano, el cuerpo también emerge como poder, como territorio en disputa, en tensión, en su dimensión pública, política, donde el yo no se pierde, se realza: «No tengo un cuerpo, / soy un cuerpo / por eso intentan / decidir sobre mí.», afirma Tamara Grosso.

Hemos hecho aquí un breve repaso por algunos de los versos de estas trece poetas para dar muestra de los puntos en que cada tejido se enlaza a otro, para introducir el mosaico de voces singulares y potentes que componen esta antología.

Hay en el conjuro una magia que reside en la pronunciación. En general, se trataba de frases escritas en latín o griego, que al decirse generaban un efecto inmediato en la realidad. Nuestros conjuros no están escritos en ninguna lengua muerta, sino más bien en una lengua, que más viva que nunca, hace con el ritmo y su pulsión deseante, para crear nuevos mundos, nuevos modos de ser posibles.

Verde, naranja, azul eléctrico. Otros colores para nosotras. Refundar el campo de lo anhelado a partir del color, colores que son emblemas de luchas en la calle pero también de pequeñas batallas en lo cotidiano, de lo micropolítico. «A veces la rebelión consiste en corromper tu tejido regalándote lanas de otros colores» nos dice Natalia Leiderman en un poema que inspira el título de este libro.

Sigamos buscando, entonces, nuevos hilos de nuevos colores para enlazarnos, nuevos colores para nuevas banderas, nuevos poemas que sean conjuros. 

 

 


Salir de la propia especie/ La bestia ser, de Susana Villalba.

Por Roxana Molinelli









 (Reseña para la Revista Op. Cit. Poesía https://www.opcitpoesia.com/salir-de-la-propia-especie-la-bestia-ser-de-susana-villalba/)

Septiembre 27, 2020, Reseñas, Hilos Editora, poesía argentina.

La bestia ser
Susana Villalba
Buenos Aires
Hilos Editora
2018

Por Roxana Molinelli

¿Qué dirían hoy un árbol, un perro, una piedra, si hablaran? ¿Qué escucharíamos si nos dispusiésemos a escuchar?

Último ganador del Premio Nacional en Poesía otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación, La bestia ser construye una escritura que, podemos decir, no predomina en la escena poética argentina contemporánea. Lejos de un yo humano, sin apoyarse en anécdotas cotidianas o en una prosa autobiográfica, se crea este último poemario de la vasta obra de Villalba desde una tríada de voces: vegetal, animal y mineral. Seres que se anuncian, dialogan, que nos hablan desde un espacio profundamente material y singular, pero trascendental y colectivo, al mismo tiempo.

Tal vez, en este momento de un planeta en cuarentena, cuando un virus, una manifestación de la dimensión más orgánica de la vida,  aparece como lo que nos excede y no controlamos, donde algo nos obliga a descentrarnos de la alienación de la propia especie, esta obra pueda tomarse como metáfora reparadora. Pero no porque vayamos a encontrar el remedio o la respuesta definitiva. Sino por la gracia de su búsqueda, por el modo en que las voces parecen desarmar, sin pretenderlo, en un gesto espontáneo, en una observación horizontal,  la trama intrincada del dolor humano, de nuestro histórico delirio colonialista y exaccionario. 

un árbol que se levanta
es armonía hecha mundo

un animal que se levanta
y ya no puede bajar
es un hombre

emplea su tiempo
en mensurar distancias
a las que no le alcanza el tiempo
para llegar

(…)

el animal humano
se parece a nosotros
sólo en su domesticación
rabiosa

(…)

un montón de árboles
es un bosque
un montón de hombres
es una guerra

( “El perro” )

Ir hacia dentro también es deshacerse
Como una oda al tacto, a la escucha, emergen las reflexiones de estos ‘seres’,  o más bien apariciones de otros ‘reinos’. Sus voces son creaciones de un decir recién emergido que se despliega como palabra sensible, como la posibilidad de una verdad que no busca ser fórmula, ni régimen, tampoco revelación. Con una honestidad conmovedora se presentan, indagan, exploran fisuras, broncas, certezas, amores.

La bestia ser nos convoca. Entrar en su hábitat es desde ya extrañarse, percibir la rareza de otros ritmos, como cuando de repente conectamos con una sensación, el vaivén de nuestros pulmones… La inercia de lo que nos sostiene es también un mundo y, a veces, ajeno de tan natural, de tan propio. Quizás ocurre esto porque partimos desde la vorágine consumista, esa recta ascendente agitada, alienada, hiperproductiva. O porque estamos en el zigzagueo, atrapado, espasmódico, de búsqueda de recursos ante la escasez. Y la bestia nos lleva hacia otro movimiento, de introspección genuina, de espera. Ir hacia adentro también es deshacerse. Y ese tránsito inusual nos obliga a prestar atención, agudizar lo más sutil de nuestros sentidos, a contemplar hacia afuera, lo que difiere y nos atraviesa en lo más íntimo, a la vez.

De esta manera, el libro va trazándose en versos de tres o cuatro palabras, estrofas de dos líneas, poemas que se extienden como un espiral de diferentes momentos: cuando abre líneas solas infinitas o hace espacio a vacíos arbóreos, cuando enreda y tensiona los pesos de una piedra o libera, como en una suelta de nudos, los saltos alegres de un perro.

La morfología de los textos se sintoniza con lo que acontece, como es en la mejor poesía. Combinaciones múltiples entre conceptos, imágenes y sonidos, que arman constelaciones, como explica Padeletti. Una respiración que habla.

al fin la noche
me alivia
de la responsabilidad
de la forma

(“La piedra”)

Como la templanza de un tacto a ciegas
El último poemario de Susana Villalba puede pensarse también como una pedagogía para el descentramiento; el intento de adentrarse en la institución que denominamos como ‘otro’. Pero tal vez, en este caso, no pueda decirse que haya una máscara, que el método consista en un enmascaramiento del yo poético, como si éste fuera una verdad oculta detrás… Tampoco en la prueba de ‘consustanciarse’ con el otro,  encarnar sus fibras, en una suerte de sobreidentificación imposible. Sino, más bien, podemos pensar en un desustanciarse, habitar una vida, una historia, que parece no ser la nuestra pero en algún punto lo es. Pensar en la escritura de lo poético como un desvanecimiento del “yo”, extrañamiento, perplejidad, al decir de Carlos Skliar. Escribir como escuchar o como mirar por primera vez, como propone Pessoa. O,  yendo más atrás aún, el trazo escritural en este libro se parezca más a la delicadeza, la templanza, de un tacto a ciegas…

En tal sentido, la obra realza la expansión física de la presencia. La voz que está entre las voces, ese anudamiento que se suele llamar yo lírico, se entreverá como corporalidades conscientes de su constante desplazamiento e intervención del ‘Hombre’ sobre ellas. Árbol, perro y piedra se van figurando, son cortados, atados, arrojados, enuncian un sí mismo que se sabe plural, hilado a la trama infinita de un pluriverso, a recíprocas acciones. Afirmación rizomática, conciencia situada, frente a la unilateralidad masiva y descarnada de lo humano.

recomienzo desnudo
de mí
(…)
brotaron hombres
como yuyos alrededor

los vi colgarse
entre sí

enterrarse
y todos se llamaban
yo

(…)

una sierra eléctrica
el hombre
un desbande de pájaros

lo distingo
por su salvaje
desmesura

viene a mí
como un loco de sed
al espejismo

el perro ladra
salta
para protegerme

pero no alcanza

tampoco dios

mis muñones supuran
resina

(“El árbol”)

Ser
Acaso en este enrame el Ser sea emoción, un enlace de afectividades que se hacen oralidad, que devienen voz plasmada en una caligrafía vitalista. Y es un vitalismo desde el conflicto, no hay ilusión que induzca a un fin determinado, que idealice o desidealice infiernos, paraísos…  Sino una invitación al vacío que provoca una apertura, una aparición, en la temporalidad del presente, de la presencia, de estas existencias de diversos mundos que se van encontrando. Que se forman en la afluencia de sus fragilidades, tensiones e interdependencias. Parafraseando el epígrafe de Edgar Bayley elegido por la autora, sólo un “yo desventurado tan solo tan pequeño tan hambriento” es capaz de esa mirada circunferencial, de esa apertura.

qué duda cabe
en una piedra

soy el sueño de ser
presencia pura

donde la música
es materia
(…)

a las piedras nos dejan
con los muertos
para enseñarles el arte
de la transformación y la paciencia
(…)
la identidad no es propia
de existir

es un momento
del silicio

una reacción
del óxido a la luz
de la perseverancia

transmutar
sin perderse
es el arte

( “La piedra”)

Bestia
Entonces el Ser en este libro puede comprenderse como irresolución, tensión, polifonía poliforma, un lugar de lo no domesticado sin el cual es imposible pensar lo humano. Y ¿qué es lo humano entre estos monólogos, diálogos y reflexiones?

Siempre con nosotros la bestia, parece un eco rezar atravesando todo el poemario. La bestia como la posibilidad de una palabra, que da nombre a ese constante advenir que nos conecta con eso que llamamos naturaleza. Una metáfora postespecista, una salida del antropoceno, pluriversalidad, se vuelve a afirmar, tratando de movilizar el ensimismamiento, la lógica de “el otro del Uno”, al modo que lo define Segato, del Hombre como centro, con mayúscula.

Y entre esos decires de la piedra, el árbol y el perro, justamente lo humano asoma como lo que otres ven. Y emerge en una faz brutal, ignorante o enajenada.  Sin embargo, en esa ceguera torpe, por oposición, sin proponérselo, da voz a quienes no la tienen; en el intento constante de un encuentro sensible con lo otro. Lo que fue construido como un afuera, lo que vemos como otras especies a conquistar, la transitividad animal-vegetal-mineral negada y denegada de la cual formamos parte, intenta comprendernos, nos habla.

dentro de la semilla
mucho tiempo
me pregunté:
¿vale la pena
esta violencia:
el mundo?

pero ya estaba
en su lógica
de podredumbre o expansión

aquí estoy

(…)

echo flores
como quien remonta
un barrilete
para verlo bailar

(“El árbol”)

Para quienes no lo hayan hecho todavía, va una invitación sentida a recorrer La bestia ser de Susana Villalba. Por la constelación imaginaria, sonora y semántica que delinea, por la experiencia estética singular a la que convida, que vibra dislocamientos como saberes, como epifanías emergidas de las humildes contemplaciones de otredades.  Y en particular, en estos momentos del mundo de peste y cuarentena… Quizás sea entre conciencias poéticas de este tipo, en donde más genuinamente encontremos algunas claves para comenzar a desandar la repetición de la violencia, de la desmesura, sobre todas las especies vivas y no vivas, las bestias seres, que habitamos la Tierra. Y que en los aportes de las artes literarias siga estando, entre tantas utopías y distopías, trazar escuchas como pequeñas cartografías de esperanza…


La piedra

sostener en silencio
como amar
es un arte
¿existiría el mar
si no lo contuviera?
me derrota
algo intangible
como el agua
su transparencia
¿si no me enfrentara
existiría el mar?
soñar sin perderse
es un arte
a veces una roca
se estremece contra la orilla
perdida
hasta lo irreductible
se amalgama
amar es eso
y te sorprende
un filón de topacio
en el porfirio
entonces qué creías
que es el oro
sino la cicatriz
es infinita
la ruptura
los bordes
son difusos
todo es fragmento
polvo del sentido
de las piedras
si mi amor es eterno
también la soledad
incorruptible
gravitando en el espacio
de la separación
sostenida de mí
no estoy quieta
todo me atrae por igual
el cielo es una pampa
el imán de la estrella
es su distancia
soy intrínseca
el arte de estar
quieta
es dar el corazón
al movimiento
silba el viento
un eco
de lo que ya anunciaba
mi desprendimiento
¿cantaría el agua
si no me atravesara?
agazapada en mí
espero
otro momento de la tierra:
una temperatura del amor
que funda hasta las piedras



Sororidad de adivinas: mística y erótica fem en la poesía 
de Olga Orozco.

Por Roxana Molinelli



(Reseña para SoloTempestad en la sección Miniaturas http://www.solotempestad.com/orozcoxmolinelli/)



POR ROXANA MOLINELLI

Difícil escribir algo que no haya sido dicho sobre el legado literario de Olga Orozco, más todavía desde un lugar de mera lectora y admiradora. Aproximarse a su obra poética es como abrir un cofre repleto de talismanes que florecen como manos de mil lecturas posibles. Va entonces una intención de comentarios entre el campo abierto de acertijos de la poeta profetisa de Hispanoamérica.


Recorriendo sus poemarios Desde lejos hasta Con esta boca, en este mundo, se pueden apreciar una continuidad de elementos, estilo, temas, formas: la voz inconfundible de versos largos y estructura perfecta, entre la intensidad existencial alquímica, por apenas nombrar algunos. Pero también, puede haber otra persistencia: una movilización, o más bien, un tipo de subversión femenina que vibra y se hace textura, pronunciamiento. Aunque no como propuesta, la subversión aflora como sororidad de adivinas que van al encuentro para aunar su poder transformador. Subversión como un llamado a una potencia misticista, para liberar una erótica de magia fem solapada por siglos. De este modo, su poética por momentos toma la forma de sentencias de conversión –o como ella misma tituló de “mutaciones de la realidad”- desde lo surreal o desde un romanticismo enigmático, frente a gramáticas androcéntricas desmitificantes.

Y en ese sentido, acercándonos a los ritmos y a las musicalidades que componen su poesía, quizás escuchemos una suerte de tejido coral: un hablar de mujer a otras féminas, madre, hermana, mascota, amiga, amigo también, sí misma; que sostienen un diálogo, como una composición de invocaciones o rezos. Donde el yo lírico muta, se ve y trastoca en un espejo hexagonal del ella, al mí, al tú, generando una suerte de urdimbre sonora, corpórea, sentida, que se fuga en frases extensas. Pedidos, reclamos, críticas, dudas pero a su vez consejos, propuestas, alabanzas y creencias, se conjugan como un rizoma repleto de símbolos de cambio, de posibles de transmutación:


Si, tú, mi otra yo misma en la horma hechizada de otra piel (…)

No fetiche (…)

sino tú, el tótem palpitante en la cadena rota de mi clan (…)

Y este rumor y ese gorgoteo (…) entre los laberintos de tu sangre

¿No serían acaso mi mantra más oculto y tu indecible nombre

y la palabra perdida que al rehacerse rehace con plumas blancas la creación?


*


(…) Escarba, escarba donde más duela tu corazón.

Es necesario estar como si no estuvieras (…)

Heroína de miserias, balanceándote ahora casi al borde de tu alma



En este pasaje de enredaderas que se esfuman hacia a lo alto, su encantamiento, su brujería, tan conocida y expuesta, tantas veces nombrada, se materializa en cada poema como oráculo o conjuro. Visiones, profecías, anuncios pero también una invocación en el rito, una vocación de incidir en el espacio-tiempo “…con esta sola boca, en este mundo…” aunque no quiera la poeta pronunciar jamás “el verbo sagrado». Se enlazan así una maravillosa sensibilidad epifánica con una capacidad performática abrazadora, que hasta perturba.


Entre la infinidad de lecturas que la obra de Olga Orozco permite, una última reflexión: la presencia del cuerpo. Cuerpo humano en el cual se imbrican las múltiples posibilidades de encuentro entre “la materia y el espíritu”, espacio simultáneo del micro y macro cosmos, un territorio paradigmático de sincronicidad. El enigma se resuelve en el cuerpo, como un “Catecismo animal”:





(…) No, este cuerpo no puede ser tan solo para entrar y salir.

(…) pido por esta piel con la que caigo al fondo de cada precipicio;

abogo por las manos que buscaron, por los pies que perdieron;

apelo hasta por el luto de mi sangre y el hielo de mis huesos.

Aunque no haya descanso, ni permanencia, ni sabiduría,

defiendo mi lugar:

esta humilde morada donde el alma insondable se repliega,

donde inmola sus sombras

y se va.



En estos tiempos de la peste, cuando parece no haber fronteras para lo invisible e inevitable; cuando el enigma de la vida se pone con fuerza y masivamente sobre el tapete del mundo; vale más aún entonces explorar el vasto pluriverso de la sacerdotisa de las letras hispanoamericanas del siglo XX. Tal vez surjan algunas respuestas o nuevas búsquedas entre sus arcanos y estrellas sutiles.


Complemento circunstancial musical:

https://youtu.be/xQTAUEO4WJc

El Ministerio de Cultura de la Nación rinde homenaje a la poeta pampeana Olga Orozco en el centenario de su nacimiento. Siete expertas en su obra nos cuentan sobre su enigmática figura.


(Participación como comentarista invitada en una nota realizada por Rosario Iniesta para el Ministerio de Cultura de la Nación en el centenario de Olga Orozco  https://www.cultura.gob.ar/100-anos-de-olga-orozco-8825/)

Olga Orozco: mujer, poeta, bruja. ¿Qué representó en su momento para la literatura argentina y qué lugar que ocupa hoy para quienes escriben?

Hablamos con una serie de poetas que ocupan un lugar en la literatura gracias a Orozco:                  Gabriela Borrelli, Florencia Codagnone, Roxana Molinelli, Marisa Negri, Fedra Spinelli, Carolina Giollo y Natalia Leiderman.                     

La infancia en Toay                      

Olga Nilda Gugliotta nació el 17 de marzo de 1920 en Toay, La Pampa, donde transcurrió su infancia. Su adolescencia transcurrió en la localidad de Bahía Blanca; se formó en Letras y comenzó a ejercer el periodismo desde muy joven. 

Marisa Negri, poeta y docente, editora del blog El jardín posible, dedicado a Orozco, nos cuenta:

"La pequeña Olga es curiosa y reservada. Escribe papeles que su madre guarda con devoción y ella un día arrojará al fuego. Ha sufrido la temprana muerte de su hermano y la partida de su hermana mayor al contraer matrimonio y tal vez por eso con su hermana Yola serán cara y cruz, perro y lobo, o piratas enardecidas en el relato 'Luz de cobre'".

"Su abuela María Laureana la inicia en la tradición de los cuentos; de hadas, de brujas, de aparecidos. Felicitas Pugni, sombrerera de su madre, le enseña a echar el tarot. Hay una insistencia en los signos de otros mundos. Un llamado".

"En los primeros años de infancia se cifran las claves de su obra: "La búsqueda de Dios, el hecho de acechar más allá de lo visible, ampliar las posibilidades del yo, el tiempo y la memoria...la justicia, la libertad, el amor y la muerte...creo que desde mi primer libro la semilla está dada". (En entrevista con Silvia Hopenhayn, 1998).

 

Archivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa

 

Fedra Spinelli, periodista, docente y poeta, sostiene "la importancia de que Orozco haya nacido bajo el signo de Piscis, hecho que le brinda una conexión muy elevada con la mística, más que otros, cuyos bordes se difuminan. El yo y los otros están fusionados y hay algo de eso en Olga Orozco que en toda su poesía ella se funde con las cosas de las que está hablando". 

"Su infancia tuvo que ver con el campo, con lo vegetal y lo animal, alimentándose de la abundancia de la naturaleza. Dicha frondosidad puede asociarse a la de la poeta uruguaya Marosa di Giorgio, que también se nutre de lo onírico y lo surrealista para escribir. Ambas tienen poemas sobrecargados de imágenes donde los elementos naturales están en función de lo emocional. Invadida por la curiosidad, su obsesión será develar misterios". 

 

               "La infancia es como una semilla tatuada" - Olga Orozco, 1998

 

Una mujer en el mundo de la literatura 

Formalmente hablando, la joven Olga Orozco perteneció a la Generación del '40 y al grupo de la Tercera Vanguardia, junto a Oliverio Girondo. Sus influencias fueron San Juan de la Cruz, Arthur Rimbaud, Gérard de Nerval, Charles Baudelaire, Czesław Miłosz y Rainer Maria Rilke. Y sus amistades, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik, Xul Solar, entre otros artistas de aquella época.

Con formación en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue publicada desde muy joven. Losada publicaría su primer poemario, "Desde lejos" (1946). Rodeada de hombres, su poesía fue muy valorada por el grupo literario al que pertenecía. Entre otras publicaciones, destacaba la revista Canto, dirigida por su primer marido, Miguel Ángel Gómez, centrada en el trabajo grupal. Pasó alrededor de una década escribiendo reseñas de obras teatrales. Su poesía, sin embargo, se caracteriza por una densidad, una dedicación que requiere de sucesivas y pausadas lecturas que obligan a detenerse en cada frase. 

 
Archivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa.

Gabriela Borrelli, locutora, periodista y poeta feminista reflexiona sobre el papel de Orozco en el ambiente literario local:

"Creo que para la literatura argentina del momento representó una estética particular. Si uno toma las antologías de los años '60 puede encontrar sólo tres mujeres que son Storni, Pizarnik y Orozco. Esa tríada se mantenía o luchaba en un canon absolutamente machista por la fuerza de sus estéticas. Los lazos que Orozco tenía con el surrealismo y la potencia de su obra realmente jugaban en ese mundo casi violentamente, es decir, entraban al canon porque no podían eludir semejante poesía". 

 

Con Oliverio Girondo y Norah Lange. Archivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa.

 

“Quienes hablan de literatura femenina han aceptado la discriminación. La poesía es a secas, nadie habla de una poesía masculina. Creo que la poesía femenina era la de las mujeres de otro siglo que la tomaban como una catarsis, un vuelco sentimental, un estilo de puntillas y desmayos. Para mí la “poetisa” es casi un género literario” (Orozco, en entrevista con Jorge Boccanera para revista Viva, 1998). 

 

Marisa Negri recopiló en "Yo, Claudia" los artículos periodísticos de Olga Orozco publicados en la revista Claudia entre 1964 y 1974, un material jamás reeditado que da cuenta de la diversidad de facetas literarias bajo ocho seudónimos diferentes. El libro comienza con el “Consultorio sentimental”, donde Orozco despliega toda su ironía y sentido del humor. Fue Valeria Guzmán para el consultorio sentimental con las lectoras; Martín Yanez para sus agudas críticas literarias; Sergio Medina para las notas sobre avances técnicos o sobre estrellas de Hollywood; Richard Reiner para los artículos esotéricos; Elena Prado o Carlota Ezcurra para notas de vida social o puericultura; Valentine Charpentier para escritos biográficos y de viajes y hasta el desafortunado Jorge Videla (ella misma se asombraba de la elección de ese nombre) para algunas notas sobre el tango u otros temas considerados 'masculinos'.

 

La construcción de una obra poética 

La socióloga y poeta Roxana Molinelli realiza un recorrido por la obra de Orozco para identificar sus principales rasgos de estilo:

Recorriendo sus poemarios “Desde lejos” hasta “Con esta boca, en este mundo” es posible encontrar una continuidad de elementos, estilo, temas, formas: la voz inconfundible de versos largos y estructura perfecta, entre la intensidad existencial alquímica, por sólo apenas nombrar algunos. Pero también, puede haber otra persistencia: una movilización, o más bien, un tipo de subversión femenina que vibra y se hace textura, pronunciamiento. Aunque no como propuesta, la subversión aflora como sororidad de adivinas que necesitan encontrarse para aunar su poder transformador.

Subversión como un llamado a una potencia misticista, para liberar una erótica de magia "fem" solapada por siglos. Su poética por momentos toma la forma de sentencias de conversión –o como ella misma tituló de “mutaciones de la realidad”- desde lo surreal o desde un romanticismo enigmático, frente a gramáticas androcéntricas desmitificantesY en ese sentido,  acercándonos a los ritmos y musicalidades que componen su poesía, quizás encontremos una suerte de tejido coral: un hablar de mujer a otras féminas, madre, hermana, amiga, amigo también, sí misma; que sostienen un diálogo, como una composición de invocaciones o rezos.

Entre la infinidad de lecturas que permite la obra de Olga Orozco cabe una última reflexión: la presencia del cuerpo. Cuerpo humano en el cual se imbrican las múltiples posibilidades de encuentro entre “la materia y el espíritu”, espacio simultáneo del micro y macro cosmos, un territorio paradigmático de sincronicidad. El enigma se resuelve en el cuerpo, como un “Catecismo animal”:

 

(…) No, este cuerpo no puede ser tan solo para entrar y salir.

(…) pido por esta piel con la que caigo al fondo de cada precipicio;

abogo por las manos que buscaron, por los pies que perdieron;

apelo hasta por el luto de mi sangre y el hielo de mis huesos.

Aunque no haya descanso, ni permanencia, ni sabiduría,

defiendo mi lugar:

esta humilde morada donde el alma insondable se repliega,

donde inmola sus sombras

y se va.

 

Collage de Lihue Pumilla

 

Gabriela Borrelli nos narra su experiencia y admiración por Orozco en el universo literario:

"La obra de Olga Orozco influenció a varias generaciones de poetas. A mí me atrapó siempre su potencia surrealista y además me llamó la atención porque siempre pareciera que la escritura poética de mujeres tenía que ser sentimentaloide o afectada a ciertos temas".

"El surrealismo, el existencialismo ficcional que maneja Olga Orozco, me atrapó, y también la extensión de sus poemas: cómo había una apropiación del espacio gráfico del poema en poemas que no terminan y que marcan finales todo el tiempo. Me parece que esa ambición territorial de sus poemas fue lo que a mí, como feminista, más me influenció y me llevó a decir: 'guau, no tenemos que escribir corto sino que tenemos que expandir la longitud de los poemas'. Esa fue una gran enseñanza de Orozco". 

 

Flor Codagnone es periodista, traductora y poeta feminista. 

"El descubrimiento de la obra de Orozco fue hermoso y radical. Olga llegó a mi vida como una compañera, como una guía, como maga, como una bruja blanca, como una de esas personas que sólo brindan dones. Podría explicarlo en otro sentido: no sé cuánto modificó mi poesía, pero sé que me sentí protegida mientras trabajaba con ella, aunque en su protección debiera ella mostrarme un profundo dolor...".

"Por eso siento muchos deseos de celebrarla en un centenario. Olga, la poeta de versos largos. La exquisita. La periodista. La religiosa. La del profundo humor. La de la mirada penetrante. Olga, la enamorada. La maestra… La feminista. La que dijo en una entrevista con Antonio Requeni y Gloria Alcorta que el aborto le parecía 'más que lícito cuando se trata de algo casual o cuando el niño que va a nacer no llega por amor. Para qué hablar del caso de las violaciones, de las situaciones de pérdida segura de la madre por el posible nacimiento del niño'".

 

La poeta chamana

Carolina Giollo, docente y poeta, destaca la faceta más mística de Orozco en la literatura:

"Olga, más que una poeta, fue una chamana, o mejor dicho: fue la poeta que le devolvió la carga chamánica a la palabra. Su poesía tiene el poder de develar lo sutil y lo imprescindible del mundo que nos rodea, su poesía se vuelve conjuro de una dimensión espiritual que está presente en las cosas y los seres que nos rodean y que no siempre podemos percibir".

 

Archivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa.

 

"Pienso en el antiguo legado de las brujas, de las mujeres sabias y libres que fueron perseguidas, creo que en este acto de recuperar la palabra como puente entre lo sutil y lo tangible, Olga vuelve a situar el poder creador en una matriz que habita la sugerencia, la metáfora y el ritmo. Hay una transformación después de la poesía de Olga en la manera en que vemos y tocamos al mundo, y en la manera en que nos dejamos tocar por el mundo, por el misterio que es la vida". 

 

Olga y Alejandra

Fedra Spinelli remarca la conexión espiritual entre Orozco y la joven Alejandra Pizarnik. La oscuridad de ambas se complementa; en sus poemas tienen a la infancia como karma. 

Orozco y Pizarnik.

 

Natalia Leiderman es poeta, fotógrafa y traductora. Como poeta pertenece a una generación distante de la de Orozco. Pero por supuesto también ella tiene una fuerte experiencia con su poesía:

"Como les pasó a varixs de mi generación, primero me enamoré de Alejandra Pizarnik, y de ella me remonté a Olga. Siempre me costó terminar sus libros. Cada poema tiene una intensidad que te doblega. Pienso que es de esas poetas que no es para leer sino para caer en trance. Un universo hecho de la materia claroscura de los sueños, donde vivxs y muertxs se mezclan. Siempre invocando Olga; siempre buscando rastros del otro cielo. Versos tan largos que apenas podés respirar, imágenes propias de una hechicera en llamas. Y esa voz gravísima y resonante, como recién llegada de otros mundos. De ella quiero aprender a decir hasta la última palabra, no abandonar el poema: sostenerlo, que se vuelva una furia de luz, y tener el coraje de permanecer ahí, hasta que después del estruendo queden las cenizas".

"Como ella dice: 'el poema es solo una parte del territorio de fuego que el poeta atraviesa'. Entonces hay que ser valiente para que esa parte valga la pena. Ella logra, como toda gran maga, extender el ritual hasta el final, y eso se nota en su lenguaje centelleante, tensado al máximo; en ese indicio brutal de lo invisible que son todos sus poemas". 

Orozco le dedicó a Pizarnik el poema "Pavana para una infanta difunta", título de una composición para piano de Maurice Ravel. Aquí, un fragmento:

 

Pequeña centinela,
caes una vez más por la ranura de la noche
sin más armas que los ojos abiertos y el terror
contra los invasores insolubles en el papel en blanco.

(...)

Pequeña pasajera,
sola con tu alcancía de visiones
y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies:
sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada,
sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra,
o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos,
o te amedrenta el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima.
Pero otra vez te digo,
ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto:
en el fondo de todo jardín hay un jardín.
Ahí está tu jardín,
Talita cumi

 

Talita cumi tiene un significado bíblico que en arameo significa “niña, a ti te lo digo: levántate”. 

 

El amor en forma de literatura

Su primer marido fue Miguel Ángel Gómez, director de la revista Canto y colaborador de la revista de Neruda, Caballo verde para la poesía. Llegó a publicar cuatro poemarios. Fue asesinado y su figura olvidada. Su segundo marido fue el arquitecto Valerio Peluffo, a quien le dedicó estos versos al morir:

 

Ah, si pudiera encontrar en las paredes blancas de la hora más cruel  

esa larga fisura por donde te fuiste,

ese tajo que atravesó el pasado y cortó el porvenir, 

acaso nos veríamos más desnudos que nunca, como después de nunca,

como después del paraíso que perdimos,

y hasta quizás podríamos nombrarnos con los últimos nombres,

esos que solamente Dios conoce,

 y descubrir los pliegues ignorados de nuestra propia historia

 cubriendo las respuestas que callamos,

 incrustadas tal vez como piedras preciosas en el fondo del alma.

 

Su legado 

Con 20 libros publicados, antologías incluidas, Olga Orozco supo obtener reconocimiento en el mundo literario de su época siendo galardonada con el Primer Premio Municipal de Poesía en 1963 y el Premio de Honor de la Fundación Argentina en 1971. Obtuvo además el Premio Nacional de Teatro a Pieza Inédita en 1972 por "Y el humo de tu incendio está subiendo" y el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes (FNA) en 1980. Fue Premio Nacional de Poesía y Premio Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1988, Premio Konex de Platino en 1994 y Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1998, además del Konex de Honor en 2004. 

Archivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa.

 

Marisa Negri: "La herencia de Olga es inmensa. Escribe poesía, relatos, guiones, teatro. Traduce del francés. Hace periodismo con diferentes seudónimos y escribe horóscopos. Se desmarca de todos los rótulos: ni surrealista, ni generación del '40, ni poesía femenina.Leer a Olga es siempre una revelación.Un camino que se extiende en bifurcaciones insospechadas. Celebro que este centenario nos encuentre a tantas personas difundiendo su obra y espero que pueda publicarse lo que aún permanece inédito. Su obra es parte esencial del acervo cultural de todos los argentinos".

 

Garbriela Borrelli: "Para mí Olga Orozco representa la ambición de una lengua, lo que nunca alcanza, el poema que se extiende en ramas que atraviesan la estrátosfera.Es más, creo que nunca llegué al final de un poema de Orozco porque creo que nunca terminé de leer uno sino que se siguen escribiendo dentro mío, porque como ella misma dijo, el verbo no está en el inicio sino que 'al final era el verbo' y en el principio, en la vida, siempre poesía".

                                 

Olga Orozco vio su muerte. Anticipándose, y antes de someterse a una operación quirúrgica, dejó sobre su mesa de trabajo sus últimos poemas. Falleció el 15 de agosto de 1999. 

 

Yo escribo con una piedra en la mano, una piedra de San Luis en una mano y otra de Sicilia en la otra; claro que no puedo escribir con las dos piedras, pero las tomo alternativamente; una de San Luis que es donde nació mi madre y una piedra de Capo Dorlando de Sicilia donde nació mi padre. Y a veces tomo una piedrecita negra que me dió un chico del que estuve enamorada cuando tenía 6 años. Yo siento a las pìedras, las siento latir como si tuviera un corazón de pájaro en la mano.   

 

Un grupo de profesores de literatura reunidos a leer su obraArchivo personal Olga Orozco - Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa.

 

Agradecimientos: Gabriela Borrelli, Florencia Codagnone, Marisa Negri, Carolina Giollo, Fedra Spinelli, Roxana Molinelli, Natalia Leiderman, Lihue Pumilla, Museo Casa Olga Orozco, Toay, La Pampa.
Fotografías: Archivo personal Olga Orozco en custodia en Casa Museo Olga Orozco, Toay, La Pampa. 

 

Si querés conocer más sobre Olga Orozco podés visitar los siguientes links: 

http://eljardinposible.blogspot.com/ 

https://www.facebook.com/casamuseodeolgaorozco/ 

http://www.soydetoay.com.ar/toay/antiguas/olga_orozco/repor3.htm 

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4820-2012-10-07.html